Jarl (pl. Jarlar) es, en las lenguas nórdicas, el equivalente al título de conde o de duque. Solía ser un rango de carácter hereditario, o concedido por el rey a prominentes caudillos militares que apoyaban a la corona. Históricamente destacaron los jarls de las Orcadas y Shetland.[1]
En la mitología nórdica, Jarl era el hijo de Ríg (Heimdal) y de Modir (la sangre más pura). Ríg habla a Jarl acerca de las runas y otras magias, así como del lenguaje de los pájaros. Jarl reunió entonces a algunos hombres y conquistó varias tierras. Después se casó con Erna, con la que tuvo once hijos, los antepasados de los guerreros de la sociedad nórdica. El más notable de todos ellos era Konr Ungr («Kon el Joven») que tenía la fuerza de ocho hombres, conocía el lenguaje de los pájaros y los cazaba en los bosquecillos, hasta que un cuervo le reprochó que silenciase a las aves y que sería mejor asegurarse una montura, empuñar la espada y salir a hacer el vikingo para que otros prueben el filo de su hoja, ya que Danr y Danpr tenían mejores tierras y haciendas. De Konr Ungr procede según la creencia popular el origen de los reyes nórdicos (en nórdico antiguo: konungr).[2]
La posición de un jarl se específica en la Rígsthula, una leyenda escandinava que describe al dios Ríg yaciendo con tres parejas para procrear y traer al mundo a las tres clases sociales: thralls, karls y jarls. El poema describe cómo debe ser la imagen, el comportamiento y el tipo del trabajo que se espera de cada uno:
El Earl es un título nobiliario adoptado en Inglaterra tras la conquista del rey vikingo Canuto II de Dinamarca. Este título designaba, en principio, a los gobernadores de los shires o a los condes. En el siglo XIX, este título es únicamente honorífico y no implica ninguna función.[4]).
Otro ejemplo in exteris se encuentra en la conquista normanda de Italia Meridional, con el título que ostentó Jarl Rogeirr (Roger I de Sicilia).